Lo bueno y lo malo de los antibioticos.

Algunos pacientes que son recetados con antibioticos al sentirse bien suspenden el tratamiento. Una semana después se presentan nuevamente los malestares y se vuelve a reanudar, este es un ejemplo muy representativo del uso indebido de los antibioticos.

Al interrumpir la medicación antes de lo indicado y luego reanudarla sin consultar al médico y por un periodo insuficiente, es muy probable que haya desperdiciado la eficacia del fármaco contra la infección.

Las personas que actúan de esta forma están contribuyendo a crear una grave crisis de salud pública. El problema radica en que las bacterias son capaces de volverse resistentes a los antibioticos.

Entre los millones de estreptococos que infectan la garganta hay algunos más fuertes y un poco mejor equipados que los demás para repeler el ataque de determinado antibiótico. Si un enfermo toma dicho antibiótico sólo en cantidad suficiente para matar los gérmenes más vulnerables, el grupito de los fuertes puede sobrevivir y reproducirse hasta formar una colonia; esta nueva generación será más resistente al fármaco utilizado. Ante otro ataque del mismo antibiótico, acaso mueran todos salvo los ejemplares más fuertes de la tercera generación, cuyos descendientes serán todavía más resistentes.

Este proceso ha ocasionado el brote de una grave enfermedad bacteriana de los pulmones: una tuberculosis resistente a numerosos antibióticos.

Hace unos años, la enfermedad se trataba con relativa facilidad mediante el empleo combinado de tres antibióticos, pero hoy algunos enfermos resisten sus efectos, las infecciones se presentan sobre todo en carceles y asilos de indigentes (que a menudo son campos de cultivo ¡dóneos para las bacterias), así como entre los enfermos de sida, que son muy susceptibles a las infecciones. Los padecimientos infecciosos que, si bien son curables actualmente, acabarán por volverse invulnerables a los antibióticos, a menos que se adopten medidas enérgicas para impedir el uso indebido de estas drogas.

Los derivados de la penicilina, que hace unas décadas curaban casi todas las infecciones bacterianas de las vías urinarias, han perdido buena parre de su eficacia. Y más de cinco por ciento de las infecciones por neumococos, una de las causas más frecuentes de pulmonía, están dejando de responder a la penicilina y otros antibioticos usuales. Los enfermos infectados por una de estas nuevas cepas pueden llegar a morir si no se les administra un antibiótico menos común y mucho más costoso.

«La gente todavía cree en el mito de que los antibióticos son remedios milagrosos e inofensivos», Lo cierto es que tomar antibióticos cuando no se necesitan no solamente carece de utilidad, sino que puede resultar muy perjudicial.

Se cree que el uso actual de los antibióticos es en buena medida innecesario o inadecuado. La responsabilidad recae tanto en los médicos como en los pacientes. Muchos de estos últimos interrumpen el tratamiento antes de lo prescrito por el médico, y guardan las medicinas restantes. «Hay quienes guardan antibióticos en su botiquín y se zampan unas cuantas pildoras cuando sienten que se han resfriado o antes de salir de viaje, como medida preventiva».

Con demasiada frecuencia, los médicos prescriben antibióticos indebidamente. Muchos ceden casi por costumbre ante los pacientes que exigen antibióticos para un resfriado, pese a que los resfriados son causados por virus, no por bacterias.

Ante las muchas enfermedades infecciosas rebeldes a la penicilina, los médicos pueden recurrir a un fármaco más potente, un antibiótico de amplio espectro que acaba con muchos tipos de bacterias (lo mismo benéficas que dañinas). Según el doctor Roberr Joseph, en muchos casos la medida más sensata sería tomar muestras del tejido infectado, efectuar un cultivo de laboratorio y, de acuerdo con los resultados, prescribir un antibiótico específico. Pero lo que el enfermo quiere es curarse lo antes posible, y no le importa demasiado si se produce una resistencia bacteriana que pueda afectar posteriormente a otras personas.

Al médico no le gusta enviar a su paciente a casa sin darle algo que alivie su dolor, y pedirle que llame dos días después para conocer los resultados del cultivo. En consecuencia, muchos se limitan a prescribir un antibiótico de amplio espectro.

Mientras tanto, la industria farmacéutica produce cada vez menos antibióticos realmente nuevos. Como los derivados de los que ya existen tienen estructuras moleculares y modos de acción muy semejantes, sólo detienen el problema de la resistencia bacteriana de manera temporal. Por desgracia, las bacterias tardan muy poco en generar cepas aún más resistentes.

La mayoría de los expertos opinan que los antibióticos específicos son preferibles a los de amplio espectro. Como estos últimos atacan a más tipos de bacterias, no hacen sino ofrecer más oportunidades para que se produzcan las mutaciones que dan por resultado gérmenes más resistentes.

Un control cuidadoso del uso de los antibióticos también puede contribuir a frenar el avance de la resistencia bacteriana. Los Médicos deben ejercer presión unos sobre otros para prescribir antibióticos sólo en casos estrictamente necesarios. Los médicos necesitan más educación.

Es de vital importancia que los antibioticos se tomen en las dosis exactas y durante el periodo íntegro de tratamiento que haya prescrito el médico, y que no se guarden para un uso futuro. Además, los pacientes no deben exigir al médico que les recete antibióticos.

Por irónico que parezca, millones de personas a quienes jamás se les ocurriría consumir drogas ilícitas podrían ocasionar un problema de salud pública de proporciones alarmantes, al hacer mal uso de un fármaco prescrito nadie se resfrió. Pero, como no se han estudiado los efectos de los enfriamientos en los niños, los ancianos y demás personas cuyo sistema inmunitario sea débil, no deben suponer que el frío no les hará daño.

Ventajas y desventajas de los antibioticos

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