Para prevenir la gripe o gripa y evitar contagios, la gente suele decir: «No me beses». Muchas personas toman vitamina C al primer cosquilleo que sienten en la garganta, pese a que hay dudas en torno a la eficacia de esta medida.
Pero, ¿qué cree? El resfriado rara vez se contagia por un beso., en la actualidad se están creando nuevos tratamientos. Entre tanto, una combinación de remedios puede prevenir los catarros o mitigar sus síntomas.
¿Qué causa los resfriados? Al parecer, los provocan cerca de 200 virus pequeñísimos. Tan pequeños, que si una célula de la garganta de un ser humano fuera del tamaño de una casa, cualquiera de ellos sería como una ventana.
Parecen baloncitos de fútbol, erizados de una especie de cañones. Estos empalman con los receptores microscópicos de la superficie de las células de la nariz y la garganta. Una vez empalmado, el virus controla la célula e inicia el proceso que da por resultado el catarro.
Afortunadamente, nuestro organismo cuenta con defensas propias. La mucosa de la nasofaringe, por ejemplo, atrapa virus como si fuera papel matamoscas y los arrastra al estómago, cuyos poderosos ácidos los destruyen. A otros los desactivan los anticuerpos de nuestras membranas mucosas.
Pero los virus son muy taimados y pueden engañar a las defensas del cuerpo. Entonces infectan células de la nariz y la garganta, y las usan para reproducirse. Las células infectadas mueren, no sin antes segregar sustancias que desencadenan la reacción del sistema inmunitario. Los vasos capilares de la nariz se expanden, permitiendo el paso de una mayor cantidad de sangre rica en células que combaten la infección.
Curiosamente, muchos síntomas de los resfriados no se deben directamente al virus, sino a la reacción del organismo». A poco de iniciada la infección, los mecanismos de defensa activan los nervios que trasmiten la sensación de dolor, y por ello duele la garganta. Más tarde, los fluidos que se acumulan para combatir la infección provocan una congestión. Parte de esos fluidos sale en forma de goteo nasal. Después, la guerra contra el resfriado puede irritar los bronquios, y en ese caso empezamos a toser.
Cuidado con los niños. Las probabilidades de pescar un catarro son mayores si se es muy chico o si se convive mucho tiempo con niños. Cada catarro que pescamos nos inmuniza al virus que lo causó. En algunos casos la inmunidad dura toda la vida; en otros, unos cuantos años. Por desgracia, los niños no han sufrido suficientes resfriados para ser inmunes a muchos virus.
Además, con frecuencia se descuidan en su higiene. Al contacto con la nariz, sus dedos se llevan el virus, y cuando tocan perillas de las puertas, teléfonos o mesas los depositan ahí, donde pueden sobrevivir varias horas. Cuando otras personas manipulan los objetos contaminados, el virus se les pega en los dedos, y pueden infectarse sin darse cuenta al tocarse la nariz o estregarse los ojos.
Los resfriados se trasmiten por el aire, pero tal parece que rara vez se contagian con un beso. En un estudio se pidió a 16 voluntarios sanos que besaran en la boca a su pareja durante un minuto y medio cuando esta estuviera acatarrada. Sólo una persona se contagió.
Al contrario de lo que suele creerse, los científicos saben que el frío tiene poco que ver con los resfriados. En otro estudio varios adultos sanos tomaran un baño caliente, que después pasaran media hora en un lugar donde había corrientes de aire, con nada encima salvo un traje de baño mojado, y que usaran calcetines húmedos el resto de la mañana.
